¡Bueno, aquí vamos con una anécdota mas en el cercanías!
Esta vez, la historia no es mía, son peripecias de mi mejor amiga, Noe (también esta redactado por ella):
El verano del año pasado, volvía a mi casa en el cercanías desde Nuevos Ministerios. Siempre cojo el tren de Alcalá de Henares, o el de Guadalajara, que es el que pasa por donde vivo. Al parar en Atocha, se subió mucha gente, como siempre, y un hombre se sentó a mi lado. Como la gente tiene por costumbre mirar lo que estás leyendo, el hombre no iba a ser menos, y se fijó en que estaba leyendo un libro en inglés. Éste decidió que merecía la pena dirigirme la palabra, ya que supuso que le iba a entender, y me preguntó en dicho idioma que si aquel tren pasaba por Vicálvaro. Levanté la vista para ver quién me estaba preguntando en un idioma extranjero y resultó ser un negro calvo, alto y corpulento. Yo no me considero para nada una persona racista y no le di ninguna importancia al dato, le contesté amablemente que sí, que era la parada que venía detrás de Santa Eugenia. Tras agradecérmelo, no quiso dejar la conversación ahí, como haría cualquier persona normal, sino que me preguntó en que parada me bajaba yo. Obviamente, no le dices dónde vives a cualquier desconocido, así que me limité a contestarle "yo voy un poco más lejos" y le sonreí, sin darle coba. Pero está claro que si la cosa no hubiese continuado, esta anécdota no tendría ningún interés. Él siguió hablándome, todo en inglés. Me preguntó que como es que tenía suficiente nivel como para leer en ese idioma, que si era bilingüe, me contó que él era extranjero, no recuerdo de qué país de África, y que sólo conocía inglés y francés, pero apenas nada de castellano (a lo que yo le respondí lo más escuetamente posible). Así que llegados a este punto, me preguntó que si YO podría darle clases de español a bajo precio, como favor, porque los profesores profesionales eran muy caros y no podía permitírselo. Le contesté, sin abandonar el tono de amabilidad, que no me interesaba el tema, pero insistía e insistía. Yo ya no sabía como negarme, le había dicho que ya tenía un trabajo (y era verdad), que no tenía tiempo (y era verdad) y que no me interesaba darle clases a nadie (Y TAMBIÉN ERA VERDAD). Y así, sin parar de pedírmelo, llegamos a Vicálvaro, y le dije esa que era su parada y que tenía que bajarse allí, a lo que me contestó "No, voy contigo".
¿Qué piensas tú de un desconocido que no para de acosarte en un tren, sin dejarte en paz y que, además, se niega a bajarse en su parada diciéndote que va a acompañarte? La verdad es que ya estaba mosqueada antes, pero tengo que reconocer que eso me acojonó. Casualmente, la siguiente parada era la mía y aunque no lo hubiera sido, creo que se había convertido en ella. Le dije que lo sentía mucho, que no podía ayudarle y que me bajaba allí. Me dijo que al menos le diera mi teléfono, que él me daba el suyo por si cambiaba de opinión. Le contesté que no pensaba darle mi número, porque era un completo desconocido, y se cabreó. Me llamó mentirosa porque no era verdad que la siguiente parada fuese la mía. Yo le dije que creyese lo que quisiera, pero que me bajaba y que no me siguiera. Menos mal que el cercanías estaba totalmente lleno y la gente nos estaba mirando, porque no había podido evitar levantar un poco la voz. Supongo que al hablar en inglés, no todo el mundo me entendería, pero como la mayoría nos miraba con cara de preocupación, el tío decidió quedarse sentado y no bajarse detrás de mí, limitándose a mirarme con cara de mala ostia. Después de esto, lo único que pude hacer fue meterme en el metro dirección a mi casa, asegurándome de que no me seguía y de que se había quedado en el tren. Aun a día de hoy, no sé que intenciones tenía aquel hombre, pero me sigue dando miedo pensarlo. No sé cuánto de lo que me dijo sería verdad, ni qué haría después de verme bajar, pero sinceramente no quiero saberlo. Desde ese día no he vuelto a coger el cercanías de noche, ni al anochecer y lo evito siempre que puedo. Estoy totalmente de acuerdo con la falta de seguridad en los trenes, ya que eso es lo peor que me ha pasado, pero por supuesto, no lo único. Y sobre todo por la zona entre Atocha y Coslada. Pero lamentablemente no podemos hacer de momento es coger caminos alternativos... y tener cuidado.