¡Aquí estoy, en lo que va a ser mi primera entrada 'seria'!
Empiezo, con la que seguramente acabe convirtiéndose en mi sección favorita, ¡AVENTURAS DE LA RENFE!
En esta sección, voy a narraros básicamente, cosas que me ocurren a mi, en mis numerosos viajes en RENFE, puesto que la utilizo dos veces al día, en Madrid, desde la parada de Nuevos ministerios, hasta Alcala de Henares, y uno de esos viajes suele ser en el ultimo, o penúltimo tren, por lo qué, puedo ver cosas...mmmm... digamos, curiosas.
Está historia, hoy va a tratar sobre uno de mis viajes de vuelta, en el tren de las 23:24 desde Alcala hasta Nuevos Ministerios.
Yo llegaba con prisas, por miedo a perder el tren, así que cuando llegué, el tren ya estaba entrando en el andén. Me monté en uno de los últimos vagones, puesto que son los que mejor me vienen a la hora de bajarme luego.
Como siempre, me siento, saco mis cascos, y me pongo a escuchar música.
Pasadas dos estaciones, es decir, en Torrejón de Ardoz, se sube una señora (no pasare a describirla, pero daba muy mala espina), y se sentó en los asientos colindantes a los míos. Yo, que soy muy cotilla, no podía evitar mirarla de reojo, y ver que hacía trasteando con las manos. Cual fue mi sorpresa, cuando, aprovechando que estaba (al igual que yo), sentada en la parte final del vagón, estaba, con mechero y cuchara en mano, calentando heroína. Mi primera impresión, fue no creer lo que mis ojos estaba viendo. Pero cuando la individua sacó una goma, se la ató al brazo, y sacó una jeringuilla, ya no me cabía duda, tenía todo el permiso del mundo para anonadarme, y poner cara de asombro.
La señora, sabía perfectamente que estaba viéndola, pero eso no le importó lo mas mínimo, y se pincho allí mismo. (increíble la cara de gusto que puso al inyectarse la sustancia... es bastante impresionante... pero no en el buen sentido de la palabra)
No se que estaréis pensando ahora mismo, o que creéis que hizo la señora después de esto... pero, seguramente no sorprenda a muchos:
Se levantó, fue a donde había gente el tren, y con la cantinela habitual, fue pidiendo dinero para... ¡SU FAMILIA HAMBRIENTA! ...
Cuando llegó hasta mi, la mire con tal cara de asco, que no me pidió nada, y se sentó justo detrás de mi.
¿Impresionados? Esperad, hay mas...
Yo, al saber que ella estaba justo detrás de mi, no estaba seguro, así que me mantuve alerta, por si las moscas.
Sabía que estaba trasteando con algo, otra vez, pero no sabía que hacía exactamente... hasta que de pronto, se levantó, y justo en ese momento, entre su tembleque, y el frenado del tren en Atocha, se cayó al suelo, se levanto rápido, y salio tan rápido como pudo, mirándome lo peor que pudo.
Al perder el equilibrio, se le había caído una navaja.
Ahora, os dejo con una sencilla reflexión:
¿Donde está la seguridad en los trenes nocturnos?
Monto en ese tren, el último, el de las 23:24, casi todos los días, y no he visto NUNCA, y guardia de seguridad en ese tren, NUNCA.
Y os aseguro, que son absolutamente necesarios... nos la primera cosa semejante que veo... ya iréis leyendo mas de mis aventuras en el renfe.
Espero que esta os haya gustado, y ahora os toca a vosotros, quiero que dejéis un comentario, con vuestras opiniones sobre esta historia, y que comentéis mi reflexión final. ¡Tampoco os olvidéis de dar vuestra opinión personal!
¡Cuidaros! (visto lo visto, no es mala idea...)