jueves, 23 de diciembre de 2010

¡Historias de la RENFE! (II)

¡Bueno, aquí vamos con una anécdota mas en el cercanías!
Esta vez, la historia no es mía, son peripecias de mi mejor amiga, Noe (también esta redactado por ella):

El verano del año pasado, volvía a mi casa en el cercanías desde Nuevos Ministerios. Siempre cojo el tren de Alcalá de Henares, o el de Guadalajara, que es el que pasa por donde vivo. Al parar en Atocha, se subió mucha gente, como siempre, y un hombre se sentó a mi lado. Como la gente tiene por costumbre mirar lo que estás leyendo, el hombre no iba a ser menos, y se fijó en que estaba leyendo un libro en inglés. Éste decidió que merecía la pena dirigirme la palabra, ya que supuso que le iba a entender, y me preguntó en dicho idioma que si aquel tren pasaba por Vicálvaro. Levanté la vista para ver quién me estaba preguntando en un idioma extranjero y resultó ser un negro calvo, alto y corpulento. Yo no me considero para nada una persona racista y no le di ninguna importancia al dato, le contesté amablemente que sí, que era la parada que venía detrás de Santa Eugenia. Tras agradecérmelo, no quiso dejar la conversación ahí, como haría cualquier persona normal, sino que me preguntó en que parada me bajaba yo. Obviamente, no le dices dónde vives a cualquier desconocido, así que me limité a contestarle "yo voy un poco más lejos" y le sonreí, sin darle coba. Pero está claro que si la cosa no hubiese continuado, esta anécdota no tendría ningún interés. Él siguió hablándome, todo en inglés. Me preguntó que como es que tenía suficiente nivel como para leer en ese idioma, que si era bilingüe, me contó que él era extranjero, no recuerdo de qué país de África, y que sólo conocía inglés y francés, pero apenas nada de castellano (a lo que yo le respondí lo más escuetamente posible). Así que llegados a este punto, me preguntó que si YO podría darle clases de español a bajo precio, como favor, porque los profesores profesionales eran muy caros y no podía permitírselo. Le contesté, sin abandonar el tono de amabilidad, que no me interesaba el tema, pero insistía e insistía. Yo ya no sabía como negarme, le había dicho que ya tenía un trabajo (y era verdad), que no tenía tiempo (y era verdad) y que no me interesaba darle clases a nadie (Y TAMBIÉN ERA VERDAD). Y así, sin parar de pedírmelo, llegamos a Vicálvaro, y le dije esa que era su parada y que tenía que bajarse allí, a lo que me contestó "No, voy contigo". 
 ¿Qué piensas tú de un desconocido que no para de acosarte en un tren, sin dejarte en paz y que, además, se niega a bajarse en su parada diciéndote que va a acompañarte? La verdad es que ya estaba mosqueada antes, pero tengo que reconocer que eso me acojonó. Casualmente, la siguiente parada era la mía y aunque no lo hubiera sido, creo que se había convertido en ella. Le dije que lo sentía mucho, que no podía ayudarle y que me bajaba allí. Me dijo que al menos le diera mi teléfono, que él me daba el suyo por si cambiaba de opinión. Le contesté que no pensaba darle mi número, porque era un completo desconocido, y se cabreó. Me llamó mentirosa porque no era verdad que la siguiente parada fuese la mía. Yo le dije que creyese lo que quisiera, pero que me bajaba y que no me siguiera. Menos mal que el cercanías estaba totalmente lleno y la gente nos estaba mirando, porque no había podido evitar levantar un poco la voz. Supongo que al hablar en inglés, no todo el mundo me entendería, pero como la mayoría nos miraba con cara de preocupación, el tío decidió quedarse sentado y no bajarse detrás de mí, limitándose a mirarme con cara de mala ostia. Después de esto, lo único que pude hacer fue meterme en el metro dirección a mi casa, asegurándome de que no me seguía y de que se había quedado en el tren.  Aun a día de hoy, no sé que intenciones tenía aquel hombre, pero me sigue dando miedo pensarlo. No sé cuánto de lo que me dijo sería verdad, ni qué haría después de verme bajar, pero sinceramente no quiero saberlo. Desde ese día no he vuelto a coger el cercanías de noche, ni al anochecer y lo evito siempre que puedo. Estoy totalmente de acuerdo con la falta de seguridad en los trenes, ya que eso es lo peor que me ha pasado, pero por supuesto, no lo único. Y sobre todo por la zona entre Atocha y Coslada. Pero lamentablemente no podemos hacer de momento es coger caminos alternativos... y tener cuidado. 

domingo, 19 de diciembre de 2010

Dominó: todos jugamos.




Un tarde calurosa de verano.
Una calle cualquiera, en una zona residencial.
En un extremo, un padre lleva, en su nuevo coche gris metalizado, a su familia al cine. Los niños gritan en la parte de atrás. Amy, la mas pequeña, de 9 años, llora sin dar tregua, por qué David, su hermano de 12, fruto de un descuido, no para de desabrochar su cinturón de seguridad. La madre, Amanda, chilla sin apenas prestar atención a sus hijos, que dejen de discutir.
John, el cabeza de familia, intenta centrar su atención en la carretera; pronto cruzarán la esquina donde los Johansson tienen su tienda de ultramarinos, llegaran a la rotonda, y el tráfico empezará a ser mas denso, por lo qué no quiere estar distraído: siempre ha sido muy meticuloso a la hora de conducir.

El interior del vehículo se había convertido en un hervidero insoportable. Los niños discutían sin cesar, y se insultaban con su escaso vocabulario. Amanda, harta de tanto griterío y tanta tontería infantil, decide legar responsabilidades de autoridad a John, con la tan recurrida frase de siempre: John, dile algo a tus hijos.

Hasta aquí todo se desarrollaría dentro de lo que sería una normalidad relativa, dentro de una familia media, de cualquier país desarrollado en sus mismas condiciones. Pero, amigos míos, bien sabemos, que cada ser humano es un mundo a parte, una realidad paralela, otra galaxia, otro laberinto totalmente diferente y caótico. Y esto es, precisamente, lo que hace que, hasta las mas mínima de las acciones, hasta la mas nimia variación en los sucesos, haga que una persona actué de una forma absolutamente diferente, según los casos.

Sería interesante sin duda, analizar en esos delicados instantes, la ajetreada mente del pobre John. Por una parte, intentando centrar todos sus instintos y atención en la carretera y el coche, mientras por el otro frente, los chillidos cavernarios de sus hijos, asediaban con gran éxito sus pensamientos. La entrada en escena de la madre, no hizo sino agravar la situación, poniendo una preciosa y dulce guinda al bonito pastel de nervios. Cabría añadir también, que el bueno de John estaba a punto de ser despedido de la oficina de correos en la que trabajaba, lo cual es añadido suficiente para justificar su comportamiento posterior, y ya le añadimos a ese rico pastel, por capa de azucar glaseada una infidelidad de su mujer, en reiteradas ocasiones, con un compañero de su trabajo... en fin, veamos que sucede a continuación.

Absolutamente cegado por la ira y la impotencia, John, sin poder aguantar mas la presión generada, se gira, soltando el volante, y en un abrir y cerrar de ojos, mete en vereda (al menos momentánea) a los chiquillos, que, aguantándose las lágrimas por el terror en el que les ha sumido su progenitor.

Un abrir y cerrar de ojos.
Que medida mas relativa, ¿no es cierto?
Puede ocurrir tanto y tan poco dentro de este espacio de tiempo.

En nuestro caso, no ocurrió tanto ni tampoco tan poco, ocurrió lo justo. Lo que tenía que ocurrir.

La hija de los O'graidy, de tan solo 6 años, cruzaba la carretera sin mirar, persiguiendo su pelota que acababa de hacer lo propio.

Salió en todos los periódicos locales. Una tragedia, sin duda.
Un turismo, al intentar esquivar a una niña que se cruzó en su camino, volcó y fue a parar al patio delantero de la familia Abraham, que ese mismo día, celebraban el cumpleaños de su hijo Tim, que hubiera cumplido 2 años a las 19:42, de no haber sido arrollado por el coche de John.

Es increíble como hasta la mas mínima de las decisiones, puede condicionar nuestro futuro. No solo las nuestras, si no las ajenas. Y son estas últimas las mas preocupantes, puesto que las tuyas, puedes controlarlas, pero las ajenas;no.

Nadie está a salvo de lo ajeno.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

¡Historias de la RENFE! (I)

¡Buenas!

¡Aquí estoy, en lo que va a ser mi primera entrada 'seria'!

Empiezo, con la que seguramente acabe convirtiéndose en mi sección favorita, ¡AVENTURAS DE LA RENFE!
En esta sección, voy a narraros básicamente, cosas que me ocurren a mi, en mis numerosos viajes en RENFE, puesto que la utilizo dos veces al día, en Madrid, desde la parada de Nuevos ministerios, hasta Alcala de Henares, y uno de esos viajes suele ser en el ultimo, o penúltimo tren, por lo qué, puedo ver cosas...mmmm... digamos, curiosas.

Está historia, hoy va a tratar sobre uno de mis viajes de vuelta, en el tren de las 23:24 desde Alcala hasta Nuevos Ministerios.

Yo llegaba con prisas, por miedo a perder el tren, así que cuando llegué, el tren ya estaba entrando en el andén. Me monté en uno de los últimos vagones, puesto que son los que mejor me vienen a la hora de bajarme luego.
Como siempre, me siento, saco mis cascos, y me pongo a escuchar música.
Pasadas dos estaciones, es decir, en Torrejón de Ardoz, se sube una señora (no pasare a describirla, pero daba muy mala espina), y se sentó en los asientos colindantes a los míos. Yo, que soy muy cotilla, no podía evitar mirarla de reojo, y ver que hacía trasteando con las manos. Cual fue mi sorpresa, cuando, aprovechando que estaba (al igual que yo), sentada en la parte final del vagón, estaba, con mechero y cuchara en mano, calentando heroína. Mi primera impresión, fue no creer lo que mis ojos estaba viendo. Pero cuando la individua sacó una goma, se la ató al brazo, y sacó una jeringuilla, ya no me cabía duda, tenía todo el permiso del mundo para anonadarme, y poner cara de asombro.

La señora, sabía perfectamente que estaba viéndola, pero eso no le importó lo mas mínimo, y se pincho allí mismo. (increíble la cara de gusto que puso al inyectarse la sustancia... es bastante impresionante... pero no en el buen sentido de la palabra)

No se que estaréis pensando ahora mismo, o que creéis que hizo la señora después de esto... pero, seguramente no sorprenda a muchos:

Se levantó, fue a donde había gente el tren, y con la cantinela habitual, fue pidiendo dinero para... ¡SU FAMILIA HAMBRIENTA! ...
Cuando llegó hasta mi, la mire con tal cara de asco, que no me pidió nada, y se sentó justo detrás de mi.


¿Impresionados? Esperad, hay mas...

Yo, al saber que ella estaba justo detrás de mi, no estaba seguro, así que me mantuve alerta, por si las moscas.
Sabía que estaba trasteando con algo, otra vez, pero no sabía que hacía exactamente... hasta que de pronto, se levantó, y justo en ese momento, entre su tembleque, y el frenado del tren en Atocha, se cayó al suelo, se levanto rápido, y salio tan rápido como pudo, mirándome lo peor que pudo.

Al perder el equilibrio, se le había caído una navaja.


Ahora, os dejo con una sencilla reflexión:


¿Donde está la seguridad en los trenes nocturnos?

Monto en ese tren, el último, el de las 23:24, casi todos los días, y no he visto NUNCA, y guardia de seguridad en ese tren, NUNCA.
Y os aseguro, que son absolutamente necesarios... nos la primera cosa semejante que veo... ya iréis leyendo mas de mis aventuras en el renfe.


Espero que esta os haya gustado, y ahora os toca a vosotros, quiero que dejéis un comentario, con vuestras opiniones sobre esta historia, y que comentéis mi reflexión final. ¡Tampoco os olvidéis de dar vuestra opinión personal!

¡Cuidaros! (visto lo visto, no es mala idea...)

martes, 14 de diciembre de 2010

¡INAUGURACIÓN!


¡Buenas!

¡Bienvenidos al Telescopio Indiscreto!

En este, el que será mi primer blog serio, podréis encontrar prácticamente de todo.
He empezado abriendo unas pocas 'secciones', como podréis comprobar en esas pestañas encima de la entrada, pero con el tiempo espero tener mas.
Podréis leer desde mis paranoias mentales (que no son pocas que digamos >3<), hasta mis aventuras por el maravilloso mundo de la RENFE (que son bastantes, y muy sorprendentes... ya las iréis viendo, no decepcionan...) y también podréis leer mis relatos (me encanta escribir, aunque últimamente lo hago menos, espero coger de nuevo las buenas costumbres, y escribir mas a menudo n.n)

Además de lo ya mencionado arriba, tengo la intención de empezar un relato largo, cuyos capítulos iría subiendo aquí, así como de añadir una sección de información sobre videojuegos y otra de críticas de cine, aprovechando que voy una media de 2 veces a la semana (si, me encanta el cine, algún problema ¬¬).

En fin, creo que esto es todo como presentación, puesto que de primeras, nadie o casi nadie, va a leer esto... así que, a promocionarse toca, y a llenar esto con cosas interesantes de leer, y sobretodo, bien escrito... por qué de mediocridad, esta el mundo lleno; así que, espero ir mejorando mi estilo, y madurando literariamente con cada entrada en este blog.

¡Sin mas, queda inaugurado el Telescopio Indiscreto!


P.D: El nombre ha sido seleccionado por qué, tiendo a meter mucho las narices en cosas ajenas, y suelo cotillear mucho, por lo tanto, sobre todo en la parte de las historias de la RENFE, se notará lo muy cotilla que soy, y lo mucho que cotilleo conversaciones que no me incumben (^///^).